Humor, pasado, presente y la quema de los MInimax en obra de Santos Iñurrieta

El actor, director y dramaturgo Manuel Santos Iñurrieta acaba de estrenar «Los Minimax y el cazador de talentos», una obra que recurriendo a la farsa y la comedia vuelve sobre la quema de la cadena de supermercados Minimax en vísperas de la visita de Nelson Rockefeller a la Argentina en 1969 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía.

Director también de la compañía Los Internacionales Teatro Ensamble, Santos Iñurrieta decide cruzar aquel operativo de la insurgencia armada con otros acontecimientos artísticos, remotos o cercanos, como «El Eternauta» de Héctor Oesterheld y la performance radial de «La guerra de los mundos» con la que Orson Wells sacudió los Estados Unidos en 1938 para crear una obra desbordante que nunca olvida las coordenadas del presente.

En «Los Minimax y el cazador de talentos», que se puede ver los sábados a las 22.30 en el Centro Cultural de la Cooperación (avenida Corrientes 1543), dos integrantes de organizaciones armadas irrumpen en una radio de barrio donde un cazatalentos cubano y un grupo de freaks están realizando una transmisión de «La guerra de los mundos» para impartir una proclama política en simultáneo al momento de la quema de los Minimax.

Para hablar de la obra, las coordenadas de su teatralidad y la situación política actual, a la que calificó como «un tiempo donde los discursos de odio emergen con fuerza y regresa a instalarse lisa y llanamente el fascismo», Télam dialogó con Santos Iñurrieta a poco del estreno.

Télam: La llegada de Rockefeller a fines de los 60 y el atentado contra la cadena de supermercados Minimax, fue un acontecimiento importante durante el gobierno de Onganía a fines de la década del 60, posterior a los levantamientos obreros del Cordobazo y que marcaban un momento particular de la situación política del país, ¿por qué decidió tomar este acontecimiento y qué elementos quiso poner en juego desde allí?

Manuel Santos Iñurrieta: La quema de los supermercados Minimax fue un hecho muy importante y poco recordado de la historia política nacional reciente. Creo que además de los elementos de espectacularidad que contiene como acto de sabotaje, recordemos 14 supermercados prendidos fuego al unísono la madrugada del 26 de junio de 1969, es un acontecimiento político, estético e ideológico que desafía el poder. En este caso desafía a una dictadura militar como la de Onganía y a la clase dominante vernácula, como también al gobierno norteamericano y sus planes y políticas de dominación para nuestro país y el continente. Recordemos también lo que los yanquis estaban haciendo en Vietnam, y digo esto, ya que nuestras fuerzas políticas, y diría nuestra sociedad en general, no se subsumían en aquellas épocas a pensar únicamente lo nacional, sino que las consignas contenían tanto el «fuera yanquis de América Latina» como el «fuera yanquis de Vietnam» por comprender el elemento «internacional» en la lucha de liberación de los pueblos.

T: Al mismo tiempo en la obra se percibe una temporalidad que excede la época del relato en tanto las conexiones con el presente son constantes y pareciera querer hablarse de entonces y de ahora, ¿cómo es su construcción de esta suerte de época que no se ajusta al suceso histórico, cómo la piensa y cómo la desarrolla?

MSI: Efectivamente la obra arranca en 1969, año muy especial ya que se produce el Cordobazo y la llegada del hombre a la Luna. Elementos a los que hacemos referencia y son trampolín para entrar en terrenos de la ciencia ficción, y jugar con una posible la invasión marciana, o la nevada mortal como nos propone Oesterheld en su historieta «El Eternauta». En ese sentido la invasión marciana y la visita de Rockefeller al país juegan o son la misma cosa.

La gran metáfora tempo-espacial, como viajeros del tiempo en «El Eternauta,» suscribe a la idea marxista de que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. Entonces, de esta manera, la posibilidad de entrar discursivamente en la coyuntura política se abre. Cómo no generar una escena festiva donde aparece un vendedor de copitos y linkear así con el intento de asesinato a Cristina, cómo no recibir de Rockefeller un gato como regalo, un gato recién nacido en Tandil y asociarlo a la mirada cipaya y genuflexa del mundo que tiene Mauricio Macri.

T:  La obra propone una suerte de farsa, un divertimento, una visitación a temas candentes y de discusión política desde el humor, con personajes al borde de la exuberancia, ¿cómo fue ideando esta puesta y por qué eligió estos modos?

MSI: Esta es una comedia cargada de situaciones de humor y para ello el dibujo general de los personajes está en esa clave, son personajes brutales con máscaras muy potentes. Una monja embarazada, un mimo delegado gremial, un asesino, un caníbal, un imitador de Elvis Presley son algunos de los personajes que se plantan en una estructura de comedia que a su vez tiene elementos de lo político e histórico, pero que no deja de ser una comedia. La forma del encare está relacionada a la rítmica que despliega un elenco numeroso en un escenario pequeño, y desde el punto de vista actoral la gestualidad que emerge es la nuestra, la del payaso.

T: Hay también una clara reivindicación del valor de «El Eternauta», ¿por qué tomó esta decisión y cómo discute «El Eternauta» con ese momento político y la actualidad?

MSI: Para mí, Oesterheld es uno de nuestros grandes artistas e intelectuales, alguien que asumió un compromiso ético y político con la realidad y su tiempo y lo llevó adelante, es un ejemplo que inspira siempre y que instala con «El Eternauta» una idea que es central y que para pensar «Los Minimax…» cuadró perfectamente y es la idea del héroe colectivo. Nuestros personajes extremos, al límite y también algo freaks, serán los encargados de jugarse su suerte frente a la invasión marciana o la nevada infernal y serán ellos, así imperfectos y contradictorios los que podrán o no, ganar las batallas. Quiero decir, vamos al encuentro de la vida y los asuntos con eso que somos.

 MSI: Sus obras y su compañía vienen interpelando la historia e interrogando el presente, ¿cuál cree la pertinencia de esta línea y cómo la va sosteniendo en sus ideas estéticas y éticas?

MSI: Formamos hace muchos años un grupo de teatro independiente, Los Internacionales Teatro Ensamble, con todo lo que esto significa en tanto historia y presente y en tanto posicionamientos ideológico y político. Creemos en el arte como herramienta de transformación social como en todos los atributos que el arte posee y son vehículos para mejorar individual y colectivamente, lo que nos rodea y lo que somos. Descreemos de las teorías y de los individuos que ponen fecha de defunción a las ideas o más aún que promueven ideas y vociferan elogios a la superficialidad de las cosas. Estamos en un tiempo donde los discursos de odio emergen con fuerza y regresa a instalarse lisa y llanamente el fascismo, cosa que vamos a combatir por todos los medios a nuestro alcance, en el teatro y en la calle. Nuestro teatro, al cual defino «nacional en su forma, internacional en su contenido», piensa un leguaje que nos represente como generación, partiendo de Brecht pero que piense y recupere una épica nacional y latinoamericana, un teatro que sabe que se funda en una carpa de circo y expresa gestualmente lo mejor de los payasos.

Fuente: Télam

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